Hemos dicho anteriormente que ni las sulfamidas ni los antibióticos producen efecto sobre el virus. La única solución que nos queda es vacunar todas la colonia cunada ésta se encuentra en perfecto estado de salud.
La aparición de esta nueva enfermedad ha sorprendido tanto a los colombófilos como a los científicos. Se trata de una virosis contra la cual no poseíamos ningún medio para impedir su expansión.
Nuestro primer impulso fue entonces adoptar las vacunas utilizadas en las gallinas para luchar contra la enfermedad de Newcastle. Se trataba:
1) de una vacuna fabricada con virus vivo a utilizar en el agua de bebida o por instalación nasal u ocular, la vacuna (La Sota).
2) de una vacuna fabricada con un virus inactivo en suspensión en aceite para inyección subcutánea o intramuscular, la vacuna (Newcavac).
Las polémicas referentes a la eficacia de esta vacunas fueron muchas. Los artículos se sucedieron y contradijeron regularmente. La Federación holandesa llegó incluso a obligar a sus miembros a vacunar todas sus palomas con Newcavac. Pero los resultados no fueron concluyentes, lo que condujo a la federación a no tomar ninguna decisión al año siguiente. Al escribir este capítulo, he hojeado la mayoría de los artículos aparecidos en la prensa desde 1980. Es increíble observar cómo ciertas personas han podido cambiar de opinión y de técnica en 6 años. Pero hay que ser objetivos y tolerantes. Ninguna de esas dos vacunas estaban perfectamente adaptadas a la paloma, cuando se esperaba encontrar en ellas la solución milagro rápidamente.
Como información, os propongo examinar las técnicas vaccíneas utilizadas hasta la fecha:
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